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ES&T - Economía Social y Transformación
Nuestra reflexión está centrada en la necesidad, urgente e importante, de pintar "el cambio que transforma"; y estamos seguros,
de que la Economía Social es parte de esa gran obra.

Oscar Bastidas Delgado, José R. Hernández, Iñaki Gainzarain, Nelson Freitez,
Carlos Molina Camacho, David Esteller Ortega, Eduardo Matute, Mario Fagiolo


jueves, 24 de mayo de 2012

NO MÁS “COOPERATIVISMO” RENTISTA

Prof. Nelson Freitez
nefreitez@yahoo.es


En Venezuela desde la segunda mitad del siglo XX se ha impulsado en varios períodos de gobierno procesos de promoción de cooperativas que han terminado produciendo creaciones artificiales, sin sostenibilidad y totalmente contrarias a la práctica de la cooperación y el emprendimiento asociativo. Desde el gobierno del Gral. López Contreras hasta el actual, con mayor ó  menor intensidad y desaciertos, se ha intentado trasvasar una porción –aunque minúscula dado su alto volumen- de la renta petrolera a la población popular para la creación masiva y expansiva de asociaciones cooperativas.

Estos procesos han tenido como eje el suministro voluminoso y poco riguroso de créditos a grupos constituidos improvisadamente y sin formación previa, atentando contra los valores cooperativos universalmente reconocidos de generación de cooperativas con aportes propios, afiliación voluntaria de sus integrantes y educación cooperativa permanente. Gran parte de las cooperativas promovidas por sacerdotes católicos en barrios populares en los años 60 con estos criterios existen y se han consolidado, en tanto se calcula que no más del 10% de los grupos que recibieron unos 70.000 créditos otorgados a cooperativas entre 2003-2008 estén funcionando.

La mentalidad rentista en la promoción cooperativa presente en líderes gubernamentales y en la población, le atribuye a la masiva distribución de dinero gubernamental un carácter mágico para lograr una rápida y poco esforzada creación de estas asociaciones. De esta manera se sobredimensiona el rol del Estado en las iniciativas para su creación y se subestima el aporte de sus potenciales integrantes, los cuales serían seres pasivos, carentes, que esperan los recursos y la tutela del gobierno para activarse.

Esta lógica de promoción ha demostrado durante medio siglo ser desacertada y conducir a serios fracasos y pérdida de recursos. Por el contrario, en Venezuela existen vigorosas y sustentables experiencias cooperativas en la producción de bienes y servicios que basadas en sus propios recursos, organización y responsabilidad social han generando impactos significativos en sus entornos comunitarios.

Tales experiencias han asumido –desde hace ya varias décadas- la producción y distribución de alimentos hasta la organización de servicios de salud y distribución de gas doméstico con un significativo grado de sostenibilidad, demostrando incontrastablemente que en las comunidades populares hay capacidades y recursos para la producción, que hay gente emprendedora que no busca en el subsidio estatal su modo de vida y que tiene aspiraciones por desarrollarse como persona y como colectivo social con base en su trabajo autónomo, sus esfuerzos y su responsabilidad frente a las necesidades de las comunidades donde existen.