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Cualquiera que vea las estadísticas que el Estado publica, referidas al número de cooperativas legalizadas en los últimos catorce años podría decir que en Venezuela el Estado impulsa el desarrollo cooperativista. Pero cuando estudiamos la realidad nos encontramos con que tal desarrollo no existe, y que lo que se conoce no fue sino una improvisación más del gobierno; es el caso del estado Guárico específicamente Valle de La Pascua, que con el arranque de la Misión Vuelvan Caras se le impuso esta forma de organización a la gente que se acercaba a solicitar financiamiento para su iniciativa económica. La respuesta del Estado era simple: "si usted quiere un crédito busque al menos cinco personas más y organicen una cooperativa", pero desde el pueblo se puso de manifiesto en unos la buena fe y las esperanzas y en otros casos la viveza criolla: ante la imposibilidad de poder obtener financiamiento público para su proyecto la gente organizaba la cooperativa como se lo imponían.
Los primeros con la esperanza del asesoramiento administrativo y la capacitación para el trabajo y los segundos se repartían el dinero y cada quien se ponía a hacer lo que el realmente tenía en mente. Se invirtió tiempo, trabajo y millardos de Bs, para dar como resultado desesperanza y desilusión en el pueblo.
Esta es una de las causas por las cuales Venezuela hoy tiene el cementerio más grande de cooperativas que haya conocido en toda su historia.
Esto es la mejor demostración de que el cooperativismo no se improvisa ni se impone. Él es una forma de organización de las comunidades o grupo de personas que con un determinado nivel de conciencia entienden que trabajar en conjunto por el bien de todos en una empresa cooperativa es un proyecto de vida que se convierte es una alternativa económica y social, que no solamente beneficia a sus asociados sino también a la comunidad donde ella funciona.
Experiencias exitosas de esto las tenemos a nivel nacional como lo son las ferias de las hortalizas en Barquisimeto, el servicio de gas domiciliario en Falcón, el servicio funerario cooperativo de Caracas y el estado Miranda, entre otras, que no solamente han sido y son exitosas en lo económico sino que allí se practican los valores cooperativistas como el amor al trabajo, la equidad, la solidaridad, el desarrollo personal, la honestidad; respaldados por niveles de eficiencia garantizados por la transparencia administrativa y la formación de equipos que conocen el funcionamiento de su cooperativa en todos los aspectos.
El cooperativismo ha sido y sigue siendo una opción moral ante la crisis de valores que sufre nuestro país.