Profesor David Esteller Ortega (UCV)
Claro que durante este régimen de capitalismo de Estado, mal llamado socialismo del siglo XXI, las empresas del Estado y muchas de las estatizadas o expropiadas, por no decir todas, han devenido a condiciones deplorables de producción, de intercambio, presas de corrupción, y muchas se han transformado en, prácticamente, enemigas de sus trabajadores, a quienes niegan, inclusive, la discusión de contratos colectivos, que es lo mínimo que se puede exigir. Y como consecuencia de este mismo gobierno autoritario, las empresas privadas, sometidas a ingentes condiciones de estrechez, de limitaciones que las obligan a disminuir sus actividades de producción y sus ingresos, se ven constreñidas a mantener bajos salarios, no muy buenas condiciones de labor y mantener en mínimo la nómina de empleos. Esperamos y damos como cierto, que esta situación se transformará positivamente con el advenimiento del nuevo régimen que presidirá Henrique Capriles Radonski . Pero aún en este nuevo gobierno por venir, ¿qué papel jugarían entonces las empresas de la economía social?
Aun cuando en el nuevo régimen que presidirá Capriles Radonski, las empresas del Estado y las privadas capitalistas se recuperen y tengan una política laboral excelente para con sus trabajadores, las empresas de la economía social, seguirán siendo imprescindibles, porque aparte de asegurar todos esos beneficios que podrían otorgar las empresas privadas capitalistas y las del Estado, las empresas de la economía social, hacen que los trabajadores sean propietarios de los bienes de producción, dejan de ser asalariados para convertirse en propios empresarios, el trabajo y los salarios son más seguros, porque dependen de ellos mismos, no están sometidos a disciplina impuesta, porque ellos mismos se dan sus propios reglamentos de trabajo. Y pueden crear beneficios en salud, educación, financieros y aún otros.