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ES&T - Economía Social y Transformación
Nuestra reflexión está centrada en la necesidad, urgente e importante, de pintar "el cambio que transforma"; y estamos seguros,
de que la Economía Social es parte de esa gran obra.

Oscar Bastidas Delgado, José R. Hernández, Iñaki Gainzarain, Nelson Freitez,
Carlos Molina Camacho, David Esteller Ortega, Eduardo Matute, Mario Fagiolo


jueves, 4 de octubre de 2012

SOCIALISMO, DEMOCRACIA Y COOPERATIVISMO

Prof. David Esteller Ortega
estellerd@hotmail.com
Este llamado socialismo del siglo XXI, no es el socialismo por el cual luché en los mejores años de mi vida, como tampoco fue el socialismo de la Unión Soviética, el cual constituyó un fraude para los pobres de la tierra, para los jóvenes y los grandes idealistas, que llegamos a creer en ese socialismo soviético como el paraíso de la libertad y la igualdad, o, como dicen algunos, de la justicia. Y es que la libertad y la igualdad (o justicia) son los fundamentos esenciales de la nueva sociedad que planteaba Carlos Marx. No se puede llevar la libertad al extremo de que los poderosos dominen a los débiles. Tampoco la igualdad se puede confundir con el igualitarismo, porque según Mc Pherson (The Real World of Democracy), no es una igualdad aritmética de ingresos y riquezas, pero sí igualdad de oportunidades y condiciones “para la realización de las capacidades humanas” y la satisfacción de las necesidades. La democracia en el régimen de verdadero socialismo debe conseguir el balance entre la libertad y la igualdad. Dijo el gran escritor argentino Tomás Eloy Martínez que si el hombre ha encontrado respuesta para los más complejos enigmas de la naturaleza, sería una afrenta a la inteligencia humana no poder construir una sociedad “fundada por igual en la libertad y en la justicia”. Pero desgraciadamente no se ha logrado esta sociedad.
Para lograr la conjunción de la libertad y la igualdad en una sociedad justa, que se podría llamar democracia socialista o socialismo democrático, donde realmente el pueblo sea protagonista y beneficiario de sus ejecutorias, uno de los mejores caminos es el cooperativismo, porque es por naturaleza socialista y democrático. En este sentido es provechoso leer “La República Cooperativa”, de Ernest Poisson, y “La Doctrina Cooperativa”, de Paul Lambert.
 
Todos somos consumidores y todos somos productores, directa o indirectamente. Alli están las cooperativas de consumo y las cooperativas de producción, pero no las constituidas por el interés político del tal socialismo del siglo XXI, cuya mayoría fue un fracaso, que sólo sirvió para el aprovechamiento de unos cuantos truhanes. Pero existen en nuestro país cooperativas que son modelos para los desarrollos que se puedan hacer en beneficio de lograr ocupación y educación para desempleados, ingresos y mejores condiciones de vida para, realmente, acabar con la pobreza, las desigualdades y las in justicias.
No digo que el cooperativismo sea el único camino para el socialismo o para la democracia, pero si es una buena alternativa que el nuevo gobierno que surja de las elecciones del 7 de octubre, debe tomar muy en cuenta.