Profesor David Esteller Ortega
estellerd@hotmail.com
En
ningún país del mundo donde se haya estatizado la economía (Unión
Soviética de Stalin, China de Mao, Cuba de Fidel, etc.) se ha realizado
la sociedad socialista y, menos todavía, la comunista, aun cuando sus
gobiernos hayan usurpado y desacreditado esos calificativos. Al
contrario, han conducido a dictaduras largas y feroces, a sociedades de
escasez, de corrupción y en general, oprimidas.
El
verdadero socialismo proclamado por Marx, Engels y antes, por los
llamados socialistas utópicos, era un régimen de transición a la
sociedad comunista, en el cual paulatinamente, se iría suprimiendo el
Estado, en la medida que se fueren traspasando las actividades
económicas y de todo tipo, a la población a través de las
organizaciones que surgieren en base a los requerimientos de la
sociedad. En nuestro tiempo, serían las cooperativas y las empresas
privadas, aun cuando fueren capitalistas, o a otras asociaciones que
nacieren.
No
hay que asustarse cuando se hable de la sociedad comunista, la que
teóricamente tiene un largo ancestro, desde Platón, Tomás Moro; en
cierto modo, desde los llamados socialistas utópicos, Owen, Fourier,
Saint Simon, Blanqui y otros, y más recientemente, en la Comuna
Universal, proclamada por el Maestro espiritista Joaquín Trincado.
Pero esta sociedad comunista ronda todavía por largo tiempo, tal vez
siglos, muchos siglos, en los predios de la utopía.
Si
este gobierno o cualquier otro, quiere, realmente, establecer un
régimen socialista, tiene que dar un gran impulso a las cooperativas,
las verdaderas, no las falsas, y, aunque parezca paradójico, a la
empresa privada capitalista o no. No puede golpear a las verdaderas
cooperativas, en una forma u otra, ni tampoco puede seguir estatizando
empresas capitalistas. Las cooperativas son por antonomasia entidades
democráticas y que llevan en su configuración, en sus procedimientos y
en la distribución de sus excedentes, la incipiente visión y figuración
de una sociedad socialista. En Venezuela existen personas capaces de
conducir una política económica bien dirigida al desarrollo de las
cooperativas, aun cuando no sean, en muchos casos, adeptos al actual
gobierno.
¿Por
qué incrementar las empresas capitalistas si queremos un régimen
socialista? Porque son grandes productoras de alimentos y de bienes en
general, tienen gran capacidad de empleo y contribuyen con buenos
ingresos al fisco. Si ellas prosperan, los trabajadores gozarán de
mejores salarios y condiciones de trabajo y de vida. Allí el papel del
Estado es permitir que los trabajadores se organicen en sus sindicatos
respectivos, así sean de empresas públicas, para que logren sus
reivindicaciones y se fortalezcan como organizaciones fundamentales para
el verdadero socialismo.