CARLOS MOLINA CAMACHO (UCV) cmolinacamacho@gmail.com
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Los que creemos en el cooperativismo como alternativa al capitalismo y al burocratismo estatista, estamos persuadidos de que su implantación generaría una disminución sensible de los conflictos sociales y, en algunos casos, la extinción total de los mismos.
Las cooperativas de trabajo asociado (CTA) o de producción de bienes y/o servicios hacen desaparecer el conflicto entre patronos y trabajadores, al ser tales empresas propiedad de estos últimos, quienes son a la vez patronos y trabajadores.
Las cooperativas de consumo de alimentos y otros artículos extinguen el conflicto entre productores y consumidores, toda vez que éstos, al dar vida a sus cooperativas, acuerdan qué bienes se venderán a sí mismos y a cuál precio, velando por sus propios intereses.
Las cooperativas de ahorro y préstamo acaban con el conflicto entre prestamistas y prestatarios, pues sus miembros ahorran y se prestan a sí mismos, siempre a un interés moderado no persiguen lucro- y en las mejores condiciones para la devolución del préstamo.
Las cooperativas de vivienda pulverizan el conflicto entre constructores de inmuebles y compradores, ya que sus asociados realizan colectivamente todas las obras de construcción indispensables para poder disfrutar finalmente de sus viviendas -incluyendo compra conjunta del terreno- al más bajo precio del mercado. En nuestra patria hay valiosos ejemplos de este tipo de cooperativa.
Las cooperativas de servicios médicos, que en Venezuela han logrado triunfos importantes, disuelven el conflicto entre clínicas privadas y usuarios, pues sus asociadas, que son a su vez cooperativas de diferentes tipos, logran para sus afiliados unas economías significativas en consultas médicas, exámenes e incluso intervenciones quirúrgicas.
Las cooperativas agropecuarias dan por terminado el conflicto entre productores e intermediarios, conflicto que genera a estos últimos pingües ganancias merced a la ausencia de organización económica de los primeros. Al final se benefician productores y consumidores por la baja en los precios del mercado.
Lo mismo podríamos decir de las cooperativas que se constituyan en cualquier sector de la economía, sea en el área de la producción o la distribución de bienes o servicios: los conflictos sociales desaparecen o se minimizan en considerable grado.
La alternativa del cooperativismo no es nada fácil. Es menester llevar a cabo una gigantesca revolución educativa y formativa entre productores y consumidores o usuarios que pretendan fomentar este tipo de empresa, que se caracteriza por la autogestión, solidaridad, participación activa, honestidad, ausencia de lucro, y los demás valores y principios contenidos en nuestra ley y admitidos por la Alianza Cooperativa Internacional.
Sin lugar a dudas es un sistema de naturaleza socialista pero democrático, muy diferente al desaparecido socialismo burocrático-estatista de Europa central y oriental, y distinto desde luego al pretendido socialismo del siglo XXI del presidente Chávez.