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La especificidad
cooperativa se entiende como el conjunto de atributos que las cooperativas poseen
y permiten tipificarlas similarmente en cualquier región del planeta. Gracias a
ella pueden comunicarse, compartir inquietudes y realizar actividades
conjuntas al tiempo que construyen un movimiento con dimensiones locales,
regionales, nacionales y hasta mundiales. La sinergia de esos procesos es
cooperativismo en marcha.
Varias son las definiciones de
cooperativa, la mejor es la de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI),
organismo cúpula del cooperativismo mundial que asocia a algo más de mil millones
de terrícolas, reza así: “Una cooperativa
es una asociación autónoma de personas que se han unido de forma voluntaria
para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y
culturales en común mediante una empresa de propiedad conjunta y de gestión
democrática”.
Las cooperativas poseen entonces una doble dimensión: asociación
y empresa, lo que les concede la
ventaja del doble anclaje local, el asociativo y el empresarial, ambas anclas
centradas en las personas. Esa doble condición explica porque es un error
denominarlas solo como “empresas” o solo como “asociaciones” - tal como sucede
con la Ley Especial
de Asociaciones Cooperativas venezolana. El término apropiado es llanamente:
cooperativa.
La incomprensión de la dimensión
empresarial es en altísimo porcentaje la causa del fracaso de numerosas
cooperativas – el cementerio cooperativo en nuestro país se debe en parte a esa
incomprensión. Claro a ella se suma la intromisión gubernamental y el uso
utilitario de ellas por demagógicos militantes sin bases que quieren ganar
charreteras. La propiedad
conjunta y de gestión democrática aplicada a la dimensión empresarial, permite
inferir la condición de trabajo en equipo en todo lo que de ella y en ella
pudiera establecerse como objetivos,
decisiones, gestión, actividades, y el uso y distribución de los
excedentes.
Pero ellas poseen otros rasgos. Las genuinas cooperativas funcionan
sobre valores, principios y doctrina como guías de acción. El valor de la
igualdad predomina en la asociación - una persona un voto - y el de la equidad
en la empresa al repartir excedentes proporcionales al trabajo o aportes – quien
no trabaja no cobra. Con solo enfrentar con calidad los problemas para los que
se constituyen, ya desarrollarían Responsabilidad
Social, sin buscar lucro. Desarrollan la intercooperación y la integración como
procesos de trascendencia espacial y
socio-económica, como sucede en numerosos espacios donde son exitosas; poseen
los fondos irrepartibles como fortaleza de futuras generaciones; y deben desarrollar
la autogestión como eje permanente de acción.
Las cooperativas, desde la época de la revolución
industrial, están participando en la tarea de transformar las relaciones
socio-económicas de este mundo lleno de injusticias. Representan un camino
hacia el crecimiento económico con justicia e igualdad de oportunidades.