oscarbastidasdelgado@gmail.com
Desde siempre, han
existido fórmulas de entreayuda y solidaridad mediante las cuales individuos,
grupos y poblaciones enteras, han buscado y logrado soluciones comunes a
problemas comunes de variadas magnitudes y alcances, en ese panorama, las
utopías, escritas o no, entendiendo por tales planteamientos factibles y
referidos a sociedades como opinaba Henri Desroche, contribuyeron grandemente
en su desarrollo. De esas fórmulas se nutren las Organización de Economía
Social (OESs) o de Economía Solidaria como se les denomina en Colombia; ellas son
constituidas voluntaria y directamente por grupos de personas que sin
intermediación enfrentan problemas comunes, aportando recursos propios y poseen
una estructura organizacional que las diferencia de las organizaciones de capital
y de las públicas.
Paul Lambert, estudioso
del cooperativismo, resaltó en su libro “La Doctrina Cooperativa ”, las asombrosas
analogías entre ciertas instituciones de la Antigüedad y de la Edad Media , con las
cooperativas de nuestro tiempo[1];
menciona unas y agregamos otras: las lecherías comunes en Armenia; las
sociedades de arrendamiento de tierra en común en Babilonia; las
confraternidades de sepultura y las de seguros en Grecia y Roma; las de
drenajes, riegos y construcción de diques en Alemania; los ágapes de los
primeros cristianos; las organizaciones agrarias y de trabajo entre los pueblos
eslavos; el Mir y el Artel entre los rusos; la zadruga de los serbios; las
"queserías" de los armenios y de los campesinos europeos de Los
Alpes, el Jura y Saboya; y otras de las antiguas sociedades europeas y
asiáticas.
También hubo experiencia en el continente americano
como el calpulli de los aztecas, de aprovechamiento colectivo de la tierra para
usufructo individual y comunal; los consejo de ancianos de los nahuas,
jefaturados por el pariente mayor que dirigía la organización de la comunidad;
y los "pósitos", suerte de almacenes comunales en los que los
indígenas del México precolombino depositaban sus cosechas en prevención de
malas temporadas; a las que pueden agregarse los ayllus de la cultura inca; las Cajas
de Comunidad de la colonización
española; las colonias de los inmigrantes de Norte América con alto carácter
religioso; y las cofradías religiosas en casi todo el continente. Mas recientes
en expresiones de trabajo asociado como la minka en Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú; el tequio en México; las juntas de los borucas en Costa
Rica; el ayni en la ayuda mutua y recíproca en los países
andinos; los ejidos colectivos de México; y el convite y la manovuelta en
Venezuela.
Pero fue como respuesta a las fatales
consecuencias del capitalismo y de manera casi automática para enfrentar sus
maniobras que surgieron modalidades especificas; el Común o la gente en
términos coloquiales, constituyó organizaciones socio-económicas y de
autodefensa con bases asociativas como las asociaciones, cooperativas, y
mutuales, iniciándose así la construcción de un sector con rasgos específicos,
que los economistas de finales del primer tercio del S. XIX según Defourny, denominaron
Economía Social, editándose así en
París, el Nuevo Tratado de Economía
Social (Charles Dunoyer, 1830) y dictándose en la Universidad de Lovaina
un Curso de Economía Social.
Desde ese momento, afirma Defourny, se pueden “identificar a lo
largo del S. XIX en Francia una escuela socialista o que tendía al socialismo,
una escuela social-cristiana reformista,
una escuela liberal y una escuela solidaria”. De solo existir estas escuelas para el año
señalado, pudiera pensarse que, al menos en Francia, ya
También desde ese momento y hasta ahora, las OESs enfrentarían problemas con el capitalismo y variantes como
el capitalismo de Estado, y con otros sistemas que pretendieron sustituir al
capitalismo como los socialismos reales; con el tiempo, nuevas situaciones y
coberturas jurídicas harían mas complejo el universo organizacional de las
OESs. Históricamente, las OESs surgieron entonces con un fin preestablecido:
enfrentar las secuelas del capitalismo.
Junto a las OESs, surgirían organizaciones con
propuestas de sociedades alternas como los partidos socialistas y comunistas, y
para la defensa de los trabajadores en las empresas como los sindicatos; estas
organizaciones se constituirían en canales de luchas socio-económicas, en
alianzas en ciertos casos con las OESs, alcanzando niveles nacionales y hasta
mundiales. Las cooperativas por ejemplo, constituyen actualmente el mayor
movimiento socioeconómico del planeta con más de 850 millones de asociados.
En las OESs, las cooperativas constituyen el eje
básico. Roberto Rodríguez, expresidente de la Alianza Cooperativa
Internacional (ACI), afirma que ellas “han
permitido a lo largo de la historia que gente común pueda realizar cosas extraordinarias.
Han sido el medio que ha permitido que ayudándonos unos a otros podamos
satisfacer nuestras necesidades económicas sociales y hasta culturales. Muchas
veces, juntos, podemos alcanzar sueños y reconstituir esperanzas”. Sin embargo en esta época de la globalización,
algunas personas y gobiernos tienen dificultades para ver el papel que deben
cumplir las cooperativas.