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ES&T - Economía Social y Transformación
Nuestra reflexión está centrada en la necesidad, urgente e importante, de pintar "el cambio que transforma"; y estamos seguros,
de que la Economía Social es parte de esa gran obra.

Oscar Bastidas Delgado, José R. Hernández, Iñaki Gainzarain, Nelson Freitez,
Carlos Molina Camacho, David Esteller Ortega, Eduardo Matute, Mario Fagiolo


lunes, 9 de enero de 2012

A PROPÓSITO DE LA ECONOMÍA SOCIAL Y LA ECONOMÍA SOLIDARIA

Prof. Oscar Bastidas-Delgado (UCV).
oscarbastidasdelgado@gmail.com

Desde siempre, han existido fórmulas de entreayuda y solidaridad mediante las cuales individuos, grupos y poblaciones enteras, han buscado y logrado soluciones comunes a problemas comunes de variadas magnitudes y alcances, en ese panorama, las utopías, escritas o no, entendiendo por tales planteamientos factibles y referidos a sociedades como opinaba Henri Desroche, contribuyeron grandemente en su desarrollo. De esas fórmulas se nutren las Organización de Economía Social (OESs) o de Economía Solidaria como se les denomina en Colombia; ellas son constituidas voluntaria y directamente por grupos de personas que sin intermediación enfrentan problemas comunes, aportando recursos propios y poseen una estructura organizacional que las diferencia de las organizaciones de capital y de las públicas.

Paul Lambert, estudioso del cooperativismo, resaltó en su libro “La Doctrina Cooperativa”, las asombrosas analogías entre ciertas instituciones de la Antigüedad y de la Edad Media, con las cooperativas de nuestro tiempo[1]; menciona unas y agregamos otras: las lecherías comunes en Armenia; las sociedades de arrendamiento de tierra en común en Babilonia; las confraternidades de sepultura y las de seguros en Grecia y Roma; las de drenajes, riegos y construcción de diques en Alemania; los ágapes de los primeros cristianos; las organizaciones agrarias y de trabajo entre los pueblos eslavos; el Mir y el Artel entre los rusos; la zadruga de los serbios; las "queserías" de los armenios y de los campesinos europeos de Los Alpes, el Jura y Saboya; y otras de las antiguas sociedades europeas y asiáticas. 
También hubo experiencia en el continente americano como el calpulli de los aztecas, de aprovechamiento colectivo de la tierra para usufructo individual y comunal; los consejo de ancianos de los nahuas, jefaturados por el pariente mayor que dirigía la organización de la comunidad; y los "pósitos", suerte de almacenes comunales en los que los indígenas del México precolombino depositaban sus cosechas en prevención de malas temporadas; a las que pueden agregarse los ayllus de la cultura inca; las Cajas de Comunidad  de la colonización española; las colonias de los inmigrantes de Norte América con alto carácter religioso; y las cofradías religiosas en casi todo el continente. Mas recientes en expresiones de trabajo asociado como la minka en Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú; el tequio en México; las juntas de los borucas en Costa Rica;  el ayni en la ayuda mutua y recíproca en los países andinos; los ejidos colectivos de México; y el convite y la manovuelta en Venezuela.
Pero fue como respuesta a las fatales consecuencias del capitalismo y de manera casi automática para enfrentar sus maniobras que surgieron modalidades especificas; el Común o la gente en términos coloquiales, constituyó organizaciones socio-económicas y de autodefensa con bases asociativas como las asociaciones, cooperativas, y mutuales, iniciándose así la construcción de un sector con rasgos específicos, que los economistas de finales del primer tercio del S. XIX según Defourny, denominaron Economía Social, editándose así  en París, el Nuevo Tratado de Economía Social (Charles Dunoyer, 1830) y dictándose en la Universidad de Lovaina un Curso de  Economía Social.
Desde ese momento,   afirma Defourny, se pueden “identificar a lo largo del S. XIX en Francia una escuela socialista o que tendía al socialismo, una escuela social-cristiana reformista,  una escuela liberal y una escuela solidaria”.  De solo existir estas escuelas para el año señalado, pudiera pensarse que, al menos en Francia, ya la Escuela de Economía Social se había asimilado a la socialista.

También desde ese momento  y hasta ahora, las OESs enfrentarían  problemas con el capitalismo y variantes como el capitalismo de Estado, y con otros sistemas que pretendieron sustituir al capitalismo como los socialismos reales; con el tiempo, nuevas situaciones y coberturas jurídicas harían mas complejo el universo organizacional de las OESs. Históricamente, las OESs surgieron entonces con un fin preestablecido: enfrentar las secuelas del capitalismo. 
Junto a las OESs, surgirían organizaciones con propuestas de sociedades alternas como los partidos socialistas y comunistas, y para la defensa de los trabajadores en las empresas como los sindicatos; estas organizaciones se constituirían en canales de luchas socio-económicas, en alianzas en ciertos casos con las OESs, alcanzando niveles nacionales y hasta mundiales. Las cooperativas por ejemplo, constituyen actualmente el mayor movimiento socioeconómico del planeta con más de 850 millones de asociados.
En las OESs, las cooperativas constituyen el eje básico. Roberto Rodríguez, expresidente de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), afirma que ellas “han permitido a lo largo de la historia que gente común pueda realizar cosas extraordinarias. Han sido el medio que ha permitido que ayudándonos unos a otros podamos satisfacer nuestras necesidades económicas sociales y hasta culturales. Muchas veces, juntos, podemos alcanzar sueños y reconstituir esperanzas”.  Sin embargo en esta época de la globalización, algunas personas y gobiernos tienen dificultades para ver el papel que deben cumplir las cooperativas.



[1] Ver Paul Lambert. La Doctrina Cooperativa.  Edición fotocopiada. s/f.