La actual crisis económica
global – iniciada en 2008 – demostró lo equivocado de la idea de que es posible
desacoplar – por medio de artimañas – el
“circuito económico real” del “circuito económico financiero”; esta visión del
sistema económico genera una falsa percepción de riqueza que – a pesar de dar
buenos resultados en el corto y mediano plazo – no es sostenible en el largo
plazo. Las sociedades de las naciones caen víctimas de una “ilusión de riqueza”
que no tiene bases en el sistema real de la producción de bienes y servicios,
se confunde la forma – el dinero – con la substancia – los bienes y servicios
producidos que permiten satisfacer todas las necesidades humanas – una y otra
vez, retoma vigencia el “Mito del Rey Mida”.
Después del derrumbe de los
“socialismos reales” – que demostró la inviabilidad del comunismo como sistema
económico y político – esta crisis demuestra la inviabilidad del capitalismo
desregulado, sin compromisos éticos y sociales; los viejos paradigmas –
entonces – no ayudan a recuperar la sociedad basada en la confianza. Hacen
falta ideas y palabras nuevas que permitan restablecer la comunicación entre
los principales elementos de la sociedad: la Sociedad Civil, las Empresas y el
Estado – esto es – restablecer la posibilidad de trialogar – para poder
alcanzar una misma cosmovisión a partir de las diferencias, sin pretender
homogeneizarlas, estilo compota, en un discurso único, sino manteniendo la
trisectorialidad – así poder generar comportamientos nuevos y establecer metas
de largo alcance, que vayan más allá de los intereses sectoriales de corto
plazo: lo que está en juego es la sobrevivencia de la misma sociedad.
Todos estamos llamados a ser responsables – o sea – a
asumir las consecuencias de nuestras ideas, palabras, acciones y omisiones;
independientemente de la función social que en un determinado momento podríamos
estar cumpliendo: funcionario público o empleado del sector privado, empresario
o dueño de empresa, miembro de ONG o de OG, productor o consumidor, profesor o
estudiante,… ciudadanos al fin, que poseen el libre albedrío de hacer vivir
responsablemente las organizaciones a las cuales pertenecen; activando el
círculo virtuoso: miembros responsables > organizaciones responsables > sociedad
responsable, necesario para recuperar la confianza y salir de la
crisis.