Por Salomón Raydán
Naciones Unidas ha decretado al 2012 como el año Internacional de Las Cooperativas. Nunca he sido un defensor muy apasionado de las cooperativas como modelo, no porque no comparta los principios de la economía social o solidaria como algunos la llaman, sino porque tengo algunas diferencias más bien de tipo conceptual, en especial con aquellos aspectos que parecen privilegiar los derechos colectivos sobre los individuales.
Pero, en todo caso, me parece relevante que este año se haga énfasis en un modelo de economía (y de vida para muchos) que refuerza los valores asociativos y que de alguna manera ha marcado históricamente un camino intermedio entre el salvajismo capitalista y el estatismo comunista.
Abogo y seguiré abogando por una revisión y transformación profunda de un sistema económico que valora más el capital que el trabajo. Hace tiempo que rechazo la idea de que en la sociedad actual el mayor pedazo de la torta se lo lleve el sector financiero especulativo y no el sector de la economía real. En términos de Aristóteles, que la sociedad premie más a la economía antinatural o financiera que a la economía natural o legítima. Esta, y no la lucha de clases, es la verdadera calamidad del capitalismo moderno.
Hace poco el profesor Oscar Bastidas me hizo llegar un extenso trabajo sobre economía social y cooperativismo. Este trabajo firmado por quienes -sin duda- representan los cooperativistas más conocedores de la materia en Venezuela, hace una interesante reflexión sobre la vigencia del cooperativismo, aún en la Venezuela de hoy. Lamentablemente este modelo ahora en nuestro país tiene enemigos desde todos los flancos. Ellos van desde los tradicionales pensadores neo liberales que se han opuesto desde siempre a los modelos asociativos, hasta esta izquierda “ligerita”, como diría alguno, que ve en el cooperativismo un capitalismo disfrazado.
El trabajo esencialmente explica cuan vigente pueden ser las organizaciones de la economía social y entre ellas las cooperativas, pero hace mucho énfasis en destacar “la necesidad de redefinir a fondo las orientaciones y ejecutorias de las políticas públicas implementadas en la última década”. Dos enunciados impactan fuertemente. En el primero de ellos a Venezuela se le asigna tener el record mundial en cuanto a constituir el mayor número de cooperativas en el menor tiempo. Y en el segundo, se le atribuye la existencia del mayor cementerio de cooperativas del mundo”.
Sin lugar a dudas, el daño que sufrió el movimiento cooperativista en Venezuela es de profundidad y pasarán muchos años para que se pueda levantar. No obstante esas amenazas son permanentes dentro y fuera de este período, porque en el fondo la verdadera lucha no es la productiva, pues ha sido altamente probada la eficiencia y competitividad de los modelos asociativos en todo el mundo, sino por la verdadera independencia y sostenibilidad de las organizaciones sociales, bajo cualquier gobierno.
La cosa de fondo sigue siendo la vieja paradoja hegeliana de la dialéctica del amo y el esclavo: Cuando yo justifico la razón de mi ser en la dependencia del otro, entonces esa dependencia debe persistir para que yo tenga razón de ser.
El autor es emprendedor social, creador de los Bankomunales con K, especialista en finanzas populares y presidente de Fundefir.